miércoles, 28 de noviembre de 2012

EL CHAMANISMO-II CONGRESO INTERNACIONAL






CHAMANISMO, NEOCHAMANISMO Y PSICOTERAPIA
 
 
 


1)Concepto:


 
 

1.1.- ¿Qué es un chamán?

El Chamanismo es un fenómeno complejo y poco conocido realmente. Presenta un conjunto articulado de modos de actuar cuya comprensión es inicialmente difícil. Su origen es detectable en los grupos humanos incluso antes de que se desarrollara la escritura y se habitase en ciudades.

 

Las prácticas chamánicas son más que una aportación prehistórica o preliteraria a la curación de las enfermedades. Proporcionan una visión del mundo que hoy podemos calificar de "no ordinaria". Desde una perspectiva filosófica, permite una mejor comprensión formal del llamado pensamiento analógico. Esta forma del pensar es tan nuclear al chamanismo como el pensamiento lógico lo es al mundo científico.

 

El ser humano puede, probablemente, entenderse a sí mismo desde una perspectiva más amplia al conocer sus primeras respuestas frente al dolor, la enfermedad y la muerte. Este conocimiento puede contribuir al bienestar y la salud, en la medida en que proporciona un mejor entendimiento práctico y natural de la conexión de la persona con la totalidad de sí mismo, incluyendo su entorno, su ecosistema de referencia. El chamán es un superviviente, ha pasado de una manera o de otra por el dolor, la enfermedad y la muerte.

 

Una de las cuestiones que hacen del fenómeno chamánico un hecho admirable es su presencia generalizada entre todos los grupos que formaron nuestros antepasados. Sus prácticas, aunque se desarrollen en el momento actual, funcionan con elementos, referencias básicas, símbolos arcaicos y emociones, ya presentes desde el origen de la humanidad. Al estudiar la distribución geográfica de las prácticas chamanicas es de resaltar la presencia de actividades análogas en los cinco continentes.

 

El mapa del mundo en que opera o trabaja el Chamán puede ser entendido desde lo que psicológicamente se llaman "estados modificados de conciencia". Tales estados, a los que se accede generalmente a través de un período de transición, a veces son identificados como trance o viaje. Evidentemente un estado modificado de conciencia es un período de transición entre dos estados habituales de conciencia. Pero además los estados modificados  se desarrollan ordinariamente en tres períodos:

 

1) Transición al estado.

2) Estado modificado propiamente dicho.

3) Transición al estado habitual

 

En ellos entran no solo el sanador sino también la persona atendida y frecuentemente los demás participantes.

 

Para modificar el estado de conciencia existen muy diversas estrategias, la mayor parte de las cuales no incluyen la utilización de sustancias psicoactivas. A medida que se adquiere experiencia es más fácil realizar la entrada en ellos. Lo mismo que ocurre al practicar técnicas de relajación.

 

A lo largo de la propia jornada se producen cambios naturales en el estado de conciencia. Durante el período del sueño se dan modificaciones de distintas características en el nivel de conciencia y en los contenidos de la misma. Una de las hipótesis para explicarlos es que suponen la posibilidad de pasar desde la conciencia habitual a la del mundo de los sueños sin pasar por las fases relajantes del comienzo del dormir.

 

Origen de la palabra chamán

 

El término chamán tiene un halo de misterioso y puede evocar realidades diversas e incluso contradictorias. Ello no es extraño porque nos refiere a algo de origen  ancestral y la propia creación de la cultura nos ha distanciado de sus métodos, muchas veces arcaicos y extremos.

 

La palabra usada internacionalmente  "chamán" es de origen manchú-tungu y llegó al vocabulario etnológico a través del ruso. La palabra tungu original de samán (xaman) se deriva del verbo scha-, "saber", por lo que chamán significa por tanto alguien que sabe, sabedor, que es un sabio. Algunas investigaciones etimológicas explican que la palabra proviene del sánscrito por mediación chino-budista al manchú-tungu. (En Pali es schamana, en sánscrito sramana es algo así como "monje budista, asceta". El término chino intermedio es scha-men). Los pueblos siberianos y de Asia Central tuvieron también denominaciones locales para el chamán. En el turco altaico era kam, en el yacuto ojón (y chamana se decía udujan), en los buriatos böo, en Asia Central bakshi, para los samoyedos tadibe, lapones moita, finlandeses tietöjö y húngaros táltos. (La actividad chamánica de estos pueblos se aborda en la parte tercera de este libro: Chamanismo siberiano y euroasiático) (Hoppal).

 

Ese conocimiento o sabiduría, en las lenguas Tungus, implica de una manera o de otra la maestría con los "espíritus",  que a voluntad puede introducir en sí mismo, usando ese poder en su propio interés, particularmente para ayudar a otros que sufren a causa de espíritus.

 

En relación con el mundo actual se considera lo chamánico como algo que pertenece a zonas geográficas y a grupos alejados, marginales o fronterizos. Como algo conceptualmente difuso.

 

Para numerosos investigadores el chamán actúa en un área de la realidad que en muchas ocasiones es compartida por los místicos y los médicos (Sigerist(1987), Harner(1988), Kakar(1982), Kripner y Welch (1992), de Oleza(1996)).

 

Incluye en su actividad lo que sería propio de un psiquiatra o psicoterapeuta prehistórico. Especialmente si se considera que "la psicoterapia es un camino para la expansión de la conciencia. Es una actividad en el desarrollo de nuestra vida con la cual nos ayudamos a nosotros mismos y a los otros, para despertar del estupor de la inconsciencia y la ignorancia conociendo quien nosotros somos realmente"(Shainberg 1993)



 

Existen numerosas definiciones:

 

- "Entre los siberianos y otros grupos de todo el mundo con  creencias análogas, es la persona a quien se atribuyen poderes para curar a los enfermos y  comunicarse con el mundo del más allá" (The New Encyclopedia Británica; 1989)

 

- "Curandero indígena que altera deliberadamente su conciencia a fin de obtener conocimiento y poder proveniente del mundo de los espíritus para ayudar y curar a los miembros de su tribu" (Krippner; 1988)

 

- Entre los Ojibway en Canadá " es la persona, hombre o mujer que experimenta, absorbe y comunica una especial forma de apoyo, de poder sanador" (Grim; 1983)

 

- "El que conoce las técnicas arcaicas del éxtasis" (Eliade)

 

- "Una persona a la que se le atribuyen poderes especiales para comunicarse con los espíritus e influir sobre ellos disociando su alma de su cuerpo. Los espíritus le ayudan a realizar sus tareas que incluyen descubrir la causa de las enfermedades, del hambre y de cualquier desgracia, y de prescribir una cura apropiada. Se les encuentra entre los siberianos y otros pueblos asiáticos; su actividad se desarrolla  también entre otras muchas religiones y con otros nombres (The Cambridge Encyclopedia, 1990).

 

- "Una persona dispuesta a confrontar los más grandes miedos y sombras de la vida física". Y en función de los resultados: "Un curador que ha experimentado el mundo de las tinieblas y que ha confrontado sin miedo su propia sombra tanto como lo diabólico de los otros y que puede con éxito trabajar con las fuerzas de la oscuridad y de la luz" (Sams; 1990)

 

- "Un guía, un sanador, una fuente de conexión social, un mantenedor de los mitos del grupo y de su concepción del mundo" (Walsh; 1990). Sirve también para referirse a alguien que está "hiperactivo, excitado o en movimiento", o que es "capaz de calentarse a sí mismo y practicar austeridades" (Walsh; 1990)

 

- "Técnico arquetípico de lo sagrado. Su profesión se desarrolla en el espacio que une la imaginación mítica y la conciencia ordinaria" (Larsen).

- "Persona de cualquier sexo que tiene un especial contacto con los espíritus (entendidos como fuerzas no fácilmente evidenciables) y capaz de usar su habilidad para actuar sobre aquellos que están afectados por esos mismos espíritus" (Harner).

 

- "Gran mago y sacerdote de ciertos pueblos primitivos, en especial del Norte de Asia. Entre los más famosos se cuentan los chamanes de Siberia" (Diccionario de las C.O.); El Manual Moderno (1985).

 

- Chamanismo: "El arte eterno de vivir en armonía con la creación" (Matthews en "The celtic shaman". 1991).

 

Hay tres elementos clave para definir como chamanes a quienes:

 

- Pueden voluntariamente entrar en estados alterados de conciencia.

 

- En esos estados se experimentan a sí mismos "viajando".

 

- Y utilizan esos viajes como un método para adquirir conocimiento o poder y para ayudar a la gente de su comunidad". (Walsh, 1990).

 

Para buscar grupos que actualmente presenten individuos que practican el chamanismo resulta preciso irse a los márgenes de lo que llamamos mundo civilizado. Por el hecho de encontrarse vinculado a grupos que muestran una estrecha relación con la naturaleza, hasta el punto en que cualquier amenaza sobre esta empobrece nuestra posible comprensión de sus manifestaciones concretas.

 

Las zonas del planeta por las que han pasado sucesivamente mayor número de civilizaciones y poseen una estructura social centralizada desde grandes núcleos urbanos son las que preservan en menor medida vestigios de actividades chamánicas. Estas, todavía pueden mantenerse entre los "inuit" (nombre que se dan a sí mismos los esquimales del extremo norte) o entre los "fueguinos" (primeros habitantes del extremo sur de América), entre los habitantes de las selvas africanas, asiáticas y americanas o lugares poco accesibles, como desiertos
y montañas.



 

 

Las fronteras del chamanismo:

 

¿En qué se distinguen los chamanes de otros "ayudadores" como sacerdotes, médicos, curanderos, magos, brujos y hechiceros?

 

La relación de ayuda es un fenómeno de gran interés, por cuanto revela características fundamentales de la visión del mundo tanto del que ayuda como del que es ayudado.

 

Así, según las características del que es ayudado, del que ayuda y del asunto a tratar (sea problema o enfermedad), se recalca, alzaprima o destaca una parte de ese "mapa del mundo". El área de trabajo es definida por zonas donde parcialmente se superponen los respectivos "mapas".

 

Es un hecho científicamente aceptado en psicoterapia que uno de los factores de buen pronóstico en cuanto al tratamiento lo constituye el hecho de que su mundo de referencia básico, sus valores sean compartidos.(En los tratamientos quirúrgicos no es tan relevante, sin embargo las posibilidades por parte de los pacientes para elegir el hospital de una intervención también responden a criterios que el enfermo o su familia consideren más propios o apropiados según los valores que atribuyan al cirujano y su entorno).

 

La relación de ayuda en cualquier modo que quiera ser entendida será más operativa en la medida en que las creencias, tanto en la teoría como en la práctica, sean co-participadas.

 

A) Sacerdote y chamán.

 

El chamán está presente en las sociedades pre agrícola de cazadores recolectores, su conocimiento se basa especialmente en su experiencia individual de primera mano. La tradición y el ritual tienen un peso más grande en el papel del sacerdote. Este desarrolla su actividad a partir de los grupos agrícolas de VIDA SEDENTARIA.

 

En la actividad chamánica, el estado modificado de conciencia es un medio imprescindible para el desarrollo de su actividad. El sacerdote no necesita modificar su estado de conciencia para actuar.

 

El sacerdote se encuentra enmarcado en grupos sociales más complejos. Forma parte de una estructura religiosa más jerarquizada, más centralizada. El entorno de las ciudades facilita y hace necesarias a causa de su crecimiento formas de comunicación más indirectas entre los ciudadanos. La distribución de la población y su organización se realiza según formas piramidales. Por el contrario, los grupos nómadas en cuyo seno florece el chamanismo son menos jerárquicos y las relaciones interpersonales son más directas, más "horizontales". El contexto chamánico es menos autoritario en cuanto la conducta individual, a ese nivel hay menos regulaciones formales de la moral particular.

 

Sin que deban de asumirse de manera rígida, sino más bien como preferencias o características más habituales algunos criterios básicos pueden ser orientadores.

 

Podemos considerar en cualquier manera, la existencia de figuras que desempeñan ambas funciones. Por ejemplo, el "marakame" (chamán huichol) es a la vez una cosa y otra, predominando la función chamánica o la sacerdotal según las circunstancias (Harner).

 

B) Chamán y médium

 

Ambos afirman tener relación, de alguna manera, con los "espíritus". En ambos se produce un cambio en el estado de conciencia, una modificación que puede ser buscada por ambos voluntariamente. En el caso del chamán el control de la relación con los espíritus es, en general, más enérgico; mientras que el médium actúa de un modo menos combativo y adaptado a lo que va elaborando en esos momentos. El chamán puede discutir con los espíritus y aparenta tener más poder que el médium. Trata a los "espíritus" que encuentra como a iguales.

 

Para Krippner (1980), entre los curadores es posible establecer una tipología con cinco grupos diferenciados:

 

- Chamanes

- Espiritistas

- Curadores esotéricos

- Curadores religiosos o rituales

- Curadores intuitivos

 

La actividad chamánica podría ser descrita parcialmente como una forma particular del mediumismo. Puede afirmarse también que el médium está presente en el mundo urbano y su trance es pasivo, mientras que el chamán usa la naturaleza, el mundo rural, como referencia y su trance o estado de conciencia chamánico es un fenómeno activo con mantenimiento generalmente del control.

 

Harner considera como esencial al chamanismo el estado de trance, que se describe como un "viaje" (estado de conciencia chamánico). Terminado el mismo, es capaz de recordarlo. El médium no recuerda necesariamente lo que hizo o pasó durante el trance.

 

Según estos criterios, al estudiar la forma de trabajo de E. Cayce se mostraría no solo como un médium y sino también, en ocasiones, como un chamán.

 

En sus estados de trance se distinguió por la utilización de la técnica llamada "canalización". Para que tenga lugar, se busca un estado de trance sin posesión. Cayce en lo entendía como un poder, como una influencia que uno podía despertar en sí mismo. Insistió en lograr un trance sin posesión:

 

"No permitas que sea dirigido por una identidad que se proclama tu guía. ¿Por qué?, porque invocar al infinito es mucho más grande, mucho más satisfactorio, más válido para la experiencia del alma que ser dirigido o guiado por una entidad externa al yo, que -como el yo- pasa por un estado de transición o desarrollo" (Reed y Cayce, 1993).

 

El estado de trance con posesión está presente en todas las culturas, tanto en África como en América, en Asia o Europa y Australia. Mientras se produce, la persona deja de ser propiamente ella misma. Queda alienada, convertida en alguien ajeno. En tales estados se da una disminución de la capacidad de autocontrol por parte del sujeto. Al mismo tiempo, está disminuida su capacidad de darse cuenta de lo externo. Como ejemplo, en los estados de trance del vudú caribeño (Ver parte III).

 
 

 

 

C) El curandero y el chamán

 

El curandero se presenta como persona capaz de tratar enfermedades que son particularmente temidas por la gente y para las cuales la medicina no posee todavía los métodos terapéuticos más eficientes (Enciclopedia Lusobrasileña de culturas, 1977).

 

La actividad del curandero puede ser muy variada e inusual. Su conexión con los clientes no es tan próxima como la que tiene habitualmente el chamán. Se dan más en el medio rural que en el urbano.

 

El chamán podría ser considerado como un tipo de curandero, pero todos los curanderos no serían chamanes.

 

D) El mago y el chamán

 

Producir el sentimiento de lo extra-ordinario, romper con rutinas de la vida, intervenir sobre el espacio y el tiempo son atribuciones que comparten.

 

El mundo de lo mágico ha sido en ocasiones caracterizado por una intensificación de la actividad o por conocimiento concreto obtenido a través de medios extraordinarios. Puede ser clasificado como objetivo, cuando sus resultados finales pueden de alguna manera cuantificarse. Y subjetivos cuando los resultados son imaginarios o no contrastables (Ouspensky, 1944).

 

Para Nevill Drury, los chamanes son los curadores físicos y espirituales en las culturas aborígenes de todo el mundo. Los magos son su imagen en el espejo de las tradiciones culturales del mundo de hoy. Destaca los paralelos existentes entre el chamanismo y el ocultismo.

 

El mago que hoy conocemos a través de los medios de comunicación (TV, cine, circo, etc.) puede suscitar el mismo asombro que el chamán, y acaso pueda remontar hacia él sus orígenes. Sin embargo, carece de la proyección sanadora que  es esencial al chamanismo.

 

E) El místico y el chamán

 

Los místicos pueden ser vistos como un "grupo informal" pero determinado de psicólogos. Repetidamente experimentan sobre sí mismos y observan los cambios mentales resultantes. Utilizan el canto, la música, la meditación y otros sistemas para trasladarse a particulares regiones de su mente. Y, lo que es más notable, parece existir un mundo de referencia en el que los puntos comunes de estas tradiciones, superan con mucho a las diferencias. Estas, por otra parte, son más superficiales que profundas o fundamentales" (Clark, 1983).

 

El chamanismo es entendido por muchos investigadores, especialmente por los antropólogos como un fenómeno arcaico mágico-religioso en el cual la figura central se caracteriza por ser maestra en el arte del éxtasis.( Edwards

1994).

 

El éxtasis es definido como un estado psicológico que se caracteriza por un sentimiento absorbente de admiración, de alegría de arrobamiento y a veces de enajenación.

 

Desde una perspectiva teológica hace referencia a un estado de unión con Dios o lo divino por medio de la contemplación y el amor vivido íntimamente. Y exteriormente por la suspensión mayor o menor de la actividad sensorial en relación con el mundo externo.

 

Esta desconexión puede alcanzarse de distintas formas. Por ejemplo en la llamada meditación del néctar del budismo tibetano. Durante la misma el meditador traslada toda su atención a una parte muy concreta del organismo, la punta de la lengua. Según se va concentrando la atención en ella más el practicante acaba sintiéndose  inmerso en un profundo estado de dulzura. Intuitivamente a través de la propia practica experimentada los chamanes " bon" del Tíbet habían descubierto este método de focalizar la atención y modificar el nivel de conciencia. Hoy sabemos a partir de datos objetivos suministrados por el microscopio que precisamente en la parte anterior de este órgano se concentran las terminaciones sensoriales capaces de captar lo dulce mientras que las de lo salado, lo picante o lo amargo se distribuyen preferentemente por otras partes de la lengua.

 

La experiencia del éxtasis no implica ganancia o pérdida de control. Otros estados descritos por los místicos como el conocimiento intuitivo si que implican incremento  de control.

 

Para Edwards (1994) el éxtasis se presenta a diversos niveles en la persona:

 

1) Está fundamentado en una experiencia fisiológica, física.

2) Es un estado emocional.

3) Proporciona un tipo especial de percepción a veces descrita como intuitiva.

4) Es un estado no ordinario de consciencia que da una especial dimensión a todo lo anterior.

 

El éxtasis puede ser clasificado según cuatro categorías no mutuamente excluyentes.

 

- Éxtasis místico y profético

- Éxtasis chamánico -

- Éxtasis Sexual

- Éxtasis producido por sustancias

 

El místico nos habla dela desbordante presencia actual de lo divino. Esta grandeza ha sido descrita de modo poético como en San Juan de la Cruz o en Ibn Arabí. Los místicos desde esas experiencias de inmersión en lo divino pueden a veces anticipar visionariamente experiencias que están por venir. La actividad profética expande esa presencia desde el futuro para que el presente sea modificado y la gente se prepare.

 

El éxtasis sexual forma parte de la respuesta orgásmica. Durante ella se produce un estado modificado de conciencia en unas ocasiones fugaz y en otras de duración difícil de estimar. El tantrismo practicado desde el marco del yoga o del budismo pretende ampliar la conciencia utilizando el alerta y la focalización que produce la actividad sexual por medio de técnicas específicas. Durante el orgasmo se induce transitoriamente, un período con las características de un estado modificado de conciencia, con cambios en la percepción corporal, en la estimación del tiempo, y en otras variables psicológicas.

 

El éxtasis por sustancias puede presentar diferencias según las características de las mismas. El marco cultural, expectativas y modo de consumo pueden condicionar profundamente la experiencia y lo que pueda aprenderse a través de ella. (Ver en la parte II el apartado 142.)

 

Harner piensa que el término trance se utiliza preferentemente entre los médicos, mientras que el término éxtasis es más teológico y humanista, pero que ambos tienen el mismo significado. Los momentos de entrada y salida en los mismos tendrían las características de una crisis. En el lenguaje coloquial también se llega a identificar el hecho de estar pasando un trance con estar en crisis. En el contexto tradicional chino crisis significa "peligro y oportunidad".

 

Los cambios profundos en la experiencia de la corporalidad se pueden presentar espontáneamente cuando se vive una situación próxima a la muerte. En ocasiones, es una vía utilizada por chamanes y magos deliberadamente. También pueden producirse a través de la música, la relajación, el uso de sustancias (por ejemplo ayahuasca, ciertos hongos) y otros muchos procedimientos. En la literatura internacional gran número de estos estados son descritos como OBE s (out of the body experiences = experiencias fuera del cuerpo, o "viajes").

 

Caracterizan al místico la intensificación de las emociones y el pensamiento global. Es más propio del chamán intensificar las acciones y utilizar el pensamiento concreto (Ouspensky).

 

La producción de una experiencia directa, transformativa y personal que se da en el misticismo, está presente también, según Walsh, en el chamanismo. Ambas experiencias pueden no ser bien transmitidas y, con el paso del tiempo, perder fuerza, convirtiéndose en rituales vacíos y rutinarios. En su mejor sentido, el ritual, como el arte, es la culminación activa de una transformación simbólica de la experiencia.

 

Muchas técnicas de trance utilizan rituales a modo de "puertas" al comienzo y al final del trabajo. En este ámbito, los rituales pueden ir perdiendo presencia a medida que el sujeto aprende y se familiariza con los estados de trance.

 

Los rituales pueden servir para disminuir la angustia frente a lo desconocido o lo que desborda a un individuo. En el área cognitiva pueden incrementar la concentración de los participantes modificando la atención, en el área física facilitar la relajación y en el área emocional modular la ansiedad, el sentimiento de descontrol o la expresión de la rabia.

 

Desde el punto de vista clínico en las llamadas neurosis se afirma que la actividad obsesiva (pensamientos repetitivos) y compulsiva (acción que uno se ve impelido por sí mismo a hacer de forma reiterada) forman parte de mecanismos psicológicos que disminuyen la angustia y evitan la posibilidad de un trastorno más profundo. Los rituales vinculados al orden y la limpieza están especialmente presentes en las personas perfeccionistas son sistemas o mecanismos de defensa frente a la angustia. La no realización de los mismos provoca malestar, mientras que su realización procura alivio.



 

1.2.- ¿Que metas tiene?
 
Su actividad está orientada a curar, a sanar. Busca actuar siendo él mismo un remedio. Desarrolla una relación de ayuda. Al iniciar cualquier trabajo siempre tiene un propósito. La situación tiende a ser vivida como un reto dotada de un gran poder motivador, y al mismo tiempo una fuente de inspiración.   Desde un punto de vista general sus tareas pueden consistir en:
 
1) Restaurar la salud.
2) Limpiar.
3) Purificar.
4) Reparar.
5) Mejorar las relaciones del individuo con su grupo y entorno.
6) Dar sentido a lo que está ocurriendo, explicándolo o reencuadrándolo de una manera significativa.
 
Este tipo de actividades pueden desarrollarse sobre problemas corporales, emocionales, cognitivos o sociales. Sin embargo, lo que diferencia específicamente al chamán de otros ayudadores es que utiliza estados modificados de conciencia. Es decir, modifica deliberadamente su atención con un propósito específico durante su trabajo. Mientras dura la tarea su entrega a la misma es prácticamente absoluta. La capacidad de mostrar atención selectiva puede llegar a ser absoluta.
 
El chamán, interviniendo sobre un cuerpo o sanando las relaciones interpersonales, hará continuas referencias al mundo del "espíritu" o estado chamánico de conciencia, en el cual se desarrolla su trabajo fundamental.
 
Sus intervenciones pueden entenderse desde una perspectiva de varios niveles, analógicamente. Así, por ejemplo, ocurre en la llamada "cabaña de sudar" ("swet lodge" en inglés),también conocida como ceremonia de "temascal". En ella se pretende la purificación de una manera global: corporal, emocional y social.
 
En algunos lugares de Canadá como Thunder Bay (Ontario), siguiendo las tradiciones de la población ojiwey local esta técnica se utiliza en el tratamiento de los problemas con el alcohol y la heroína. Ambas sustancias pueden actuar de manera global psíquica-somática-social sobre la persona y por tanto es lógico pensar que los tratamientos integrales sean más eficientes.
 
Para mayor precisión hay que distinguir entre chamán y chamanismo. Todos los actos del chamán no son necesariamente actos chamánicos. Y sujetos no chamanes pueden utilizar o desarrollar tareas basadas en tales técnicas.
 
Lo nuclear al chamanismo es la capacidad de entrar a voluntad en un estado modificado de conciencia (estado de conciencia chamánico: E.C.Ch.) con un propósito terapéutico, para buscar conocimiento, y terminado ese trance ser capaz de recordar lo que aconteció durante el mismo.
 
 
 
 
 
 
 
 
1.3.- ?Cómo se llega a serlo?
 
La propia enfermedad es en el chamanismo el camino para el conocimiento terapéutico.
 
Cualquier enfermedad y su curación pueden ser entendidas según cuatro momentos. El de la situación previa en la que se daban los antecedentes. El de la aparición y desarrollo del problema. El momento de la crisis. Y finalmente, la recuperación.
 
Una de las maneras de entender la formación del chamán es desarrollando paralelamente esos cuatro pasos.
 
En la fase de antecedentes pueden recogerse la aparición de experiencias inusuales o signos físicos extraños que dan singularidad a un individuo. También pueden existir períodos de reflexión solitaria. La búsqueda de respuestas en el aislamiento voluntario, ha sido una de las formas en que los seres humanos han iluminado o reencuadrado sus problemas y han mantenido una sabiduría que va más allá de lo cotidiano. Entre los indígenas de Norteamérica es conocida como "vision quest".
 
El planteamiento y desarrollo del problema es entendido como una llamada de los "espíritus", como una vocación especial, que constituiría la segunda fase. Estas podrían ser:
 
a) La llamada de alguna enfermedad. Es evidente que para aprender algo lo mejor es ponerse manos a la obra, practicarlo, vivirlo intensamente o sufrirlo. En este sentido una de las formas primordiales de aprender sobre un problema es haber pasado por él y haberlo superado. En el caso concreto de una enfermedad, haberla sobrepasado con éxito será una de las formas primarias de conocerla y saber cómo manejarla. Los ex-pacientes dejan de serlo para convertirse en expertos, en fuentes de información sobre un proceso que les ha llevado a formas inhabituales del vivir. El contacto con el dolor y la muerte constituye un modo poderoso de exposición al conocimiento o a la necesidad de saber acerca de situaciones críticas. El chamán ha sido definido también como "el curador herido", en el sentido de que las cicatrices son señales de su transformación en el camino del conocimiento para sanar.
 
El psicoanalista que pasa su propio psicoanálisis antes de empezar a trabajar representa otra manifestación de esta manera de aprender. La persona que forma parte de un grupo de autoayuda, comparte sus experiencias y constituye un ejemplo de ese conocimiento de primera mano puesto al servicio de los otros.
 
b) La llamada  chamánica familiar. El hecho de tener modelos cercanos y accesibles a los que imitar facilita cualquier proceso de aprendizaje. La transmisión familiar será otra de las formas elementales de adquisición de conocimientos. El lugar donde habitualmente trabajan los chamanes es de ordinario el lugar donde viven y donde está su familia o su grupo. Es un sistema tradicional para transmitir experiencia, sobre todo en tareas que incluyen especialización artesanal. Esta vocación familiar puede seguir una línea femenina (p.e. vogulos) o masculina (p.e. ostiacos y samoyedos siberianos) (Tondrian, 1964).
 
c) Junto a las anteriores, deben incluirse también otro tipo de llamadas, que se atribuyen genéricamente a los "espíritus".Son señales, con valor profundo para un individuo concreto. Muchas veces esta llamada es sentida viniendo "desde arriba".
 
En el mundo del chamán los cielos y las montañas representan al mundo superior, más intelectual y espiritual. Lo que hay bajo el agua o bajo la tierra representa al mundo inferior, más físico.
 
El mundo medio entre ambos no es solamente el lugar donde se vive, sino también donde se sienten y se dan los estados ordinarios de conciencia. La llamada busca traducirse en hechos concretos capaces de modificar este mundo de lo cotidiano.
 
Esta llamada puede percibirse a través de los sueños, de sucesos extraordinarios o en medio de problemas individuales o grupales que precisan una solución radical.
 
Una llamada puede esperarse y no producirse. Así por ejemplo, el victorioso y popular en Estados Unidos, general Powell dijo al no presentar en Noviembre de 1995 su candidatura: "la carrera a la Presidencia requiere una llamada que yo no he escuchado todavía".
 
En numerosas culturas, brahmánica, balinesa, indoamericana, etc., la montaña representa un lugar especial. En ella  por analogía en contacto con lo superior en su estado más original. Allí se pueden alcanzar visiones, conectar con realidades benéficas, conocerse mejor a sí mismo o encontrar remedios para distintos problemas. El poder creador que para el filósofo Antonio Escohotado tienen el silencio, la observación, la contemplación parece estar aquí presente. El propio poder generador de la naturaleza es el que  realiza la "llamada", al producir una "parada del tiempo" o una "rotura en las rutinas de la vida" (Castañeda 1977).
 
La retirada de la actividad previa se produce una vez que la persona ha asumido su implicación en el proceso de ayuda. Considera que puede ser "remedio" e "incuba" su futura actividad.
 
La emergencia del chamán formado representaría el momento en que la persona se ha convertido en un "ser de conocimiento". Alguien que ha ido, ha vuelto y está aquí como "remedio" después de una transformación profunda. El "espíritu" que descubrimos en las grandes peregrinaciones: Meca, Roma,
Jerusalén, Santiago de Compostela, Guadalupe y tantos otros lugares, manifiesta de manera consistente en cada cultura una transformación personal, profunda y enriquecedora. Para significar su importancia, en algunos casos como en el mundo musulmán, se cambia el propio nombre o se le añade otro (ver en la parte  tercera de este trabajo : Cambio en el sentido de la Identidad y Creación de Estados Modificados de Conciencia según el modelo propuesto por TART en 1975).
 
El conocimiento puede considerarse como una meta, como un valor en sí mismo. También puede considerarse que su valor adquiere sentido cuando se equilibra con el sentimiento. Por ejemplo el budismo practicado en Thaylandia o Ceilan destaca que la persona desarrollada, la que está de vuelta, la que es sabia es ante todo considerada. Esta consideración es sin duda un valor intelectual. Una sutil distinción entre consideración y compasión marca la diferencia entre comprender y ayudar. La idea de la ayuda surge en la compasión que se cultiva en el budismo lamaísta tibetano. El sujeto realizado en el sentido místico, al que le da lo mismo vivir o no, opta por lo primero a causa de la compasión que le inspiran los seres. En otros tipos de budismo, como el practicado en Tahylandia, se da un valor superior a la consideración sobre la compasión. Ello implica dar más importancia a valores intelectuales (entender, considerar) que a valores emocionales (compadecerse).
 
Según los grupos humanos, su evolución a lo largo del tiempo y la reflexión que en ellos se da sobre la enfermedad, el proceso de transformarse en chamán puede presentar diferencias. Estas son siempre más superficiales que profundas, y más bien cuantitativas que cualitativas. Así por ejemplo, pueden distinguirse un mayor número de pasos o momentos significativos en este proceso de aprendizaje (ver Matthews, a propósito del chamanismo celta).
 
1.4.- ¿Qué piensa de sí mismo?
 
La reflexión sistemática del chamán sobre sí mismo es un fenómeno tardío en el desarrollo de este tipo de práctica.
 
La actividad que caracteriza al chamán surge en su origen de un impulso no necesariamente reflexivo a la ayuda. Junto a ello, una progresiva experiencia acumulada le dará un sentido de la sabiduría y de los propios papeles a desarrollar. La propia vida y sus dificultades contribuyen a que el chamán no se dé excesiva importancia absoluta, aunque pueda tenerla de un modo relativo. Carece de importancia porque su fuerza enfrentada a la naturaleza es relativa y él lo sabe. Al mismo tiempo es capaz de conocer cosas que otros ignoran y cuya aplicación en tiempo de crisis puede ser muy necesaria.
 
Si afirmamos que el tamaño de un hombre puede medirse por el tamaño de las cosas que le encolerizan, el chamán es un gran hombre porque es capaz de confrontar a los espíritus, a las fuerzas de la naturaleza.
 
El conocimiento y la relación de ayuda le pueden permitir creerse un ser superior u orgulloso. Sin embargo, no darse importancia le permitirá actuar con más eficiencia e impecabilidad (Castañeda). En este sentido puede entenderse la definición que de sí misma y de su trabajo hace una mujer desde el ámbito del neochamanismo:
 
"Yo no soy una sanadora. No sano a nadie. El concepto  que tengo de mí misma es el de un peldaño en la senda del  autodescubrimiento. Creo un espacio en donde las personas  pueden aprender lo increíblemente maravillosas que son, enseñándoles a amarse a sí mismas" (Hay; 1991).
 
Los encuentros con la adversidad propia y ajena son un estímulo y educan su sensibilidad. Para Amber Wolfe curar es "curar-se". En este sentido, lo que podría ser la esencia del chamán, curar, es entendido como la capacidad de hacer o facilitar que los otros se curen. Se considera un "catalizador" (término utilizado en química para definir a la sustancia que facilita la producción de reacciones de transformación, y que sin su presencia serían más difíciles o lentas).
 
La confrontación con lo extremo y profundo, con la enfermedad, con el miedo y la muerte, con el tormento y el éxtasis son capaces de hacer del chamán un ser valiente y al mismo tiempo le ayudan a "perder la propia importancia" (Castañeda, 1977). El narcisismo es un mal aliado de las personas de conocimiento. En la medida en que representa el no ser capaz de ver la realidad con los ojos y los sentimientos de los otros. El sentido del humor es a veces un buen termómetro para ver si la persona está más allá de sí misma. El libro de Álvaro Estrada "Vida de María Sabina, la sabia de los hongos" (Ediciones Siglo XXI, 1977) nos revela muy ilustrativamente esta forma de ser y vivir.
 
De hecho, el orgullo, el miedo, el poder y la muerte son enemigos naturales del chamán. Y a la vez son retos que ha de superar hasta su última danza con la muerte (Castañeda, 1977).

 
 

ACTUALIDAD DEL CHAMANISMO: NEOCHAMANISMO

Al hacer hincapié casi exclusivamente en la figura personal del chamán y en su función curativa, el movimiento neochamánico plantea que al ser, en definitiva, el chamanismo un estado alterado de conciencia, un viaje a una realidad aparte, una forma de percepción extrasensorial, creado por la escenificación y el sonido de instrumentos como el tambor, es decir, cierto tipo de experiencia individual, ésta puede ser alcanzada a través de la reproducción y la recreación del ambiente e instrumentos que rodean al chamán. El extremo de esta discutible apropiación cultural y de esa especie de “esencialismo chamánico” lo encontramos en el curso de capacitación chamánica (elaborado, por cierto, por un antropólogo) denominado “Harner Method”, “sistema diseñado para permitirles a los sujetos emprender sus propios viajes chamánicos de adivinación a la realidad no cotidiana, donde obtienen personalmente sabiduría y orientación espiritual directa, en respuesta a las cuestiones más importantes de su vida” (Harner, 1989: 247) que utiliza la tecnología electrónica en sustitución de los instrumentos musicales en vivo porque “el sonido del tambor, escuchado por unos auriculares...tiene la ventaja adicional de no crear las molestias potenciales de los tambores en directo, en las estridentes condiciones urbanas” (op. cit.: 248) intentando con todo ello “poner en práctica la democracia espiritual implícita en el chamanismo” (op. cit.:250)[i][x].

Sin embargo, más allá de esta descontextualizada y radical aplicación del chamanismo, hay muchos aspectos, métodos e instrumentos del mismo que están siendo rescatados y refuncionalizados por los nuevos enfoques que se presentan al interior de la medicina, la psicología, la ecología y otras disciplinas. Aquí vuelve a aparecer el poco estudiado tema del antropólogo convertido en terapeuta-chamán, como son los casos de Joan Hallifax y sus métodos de curación caminando por la soledad del desierto en California o los trabajos de Holger Kalweit a partir de la aceptación del dolor y de la transformación del sufrimiento (Almendro, 1997). Todos ellos tratan de situarse en una perspectiva transpersonal y multidisciplinaria que justifica la apropiación de técnicas y remedios procedentes de cualquier tradición cultural a la que se pueda acceder, enriqueciendo con ello la interacción pero estableciendo a veces similitudes cuestionables al olvidarse de los contextos en los que cada concepción y cada práctica se inscribe.        

En el campo de la medicina, por ejemplo, el cuestionamiento de la “teoría molecular del origen de las enfermedades” y el tratar de superar la dicotomía e independencia entre cuerpo/espíritu como reinos separados, originada desde el pensamiento cartesiano, que, por otro lado, sirvió para permitir la manipulación de los cuerpos al no poder el alma recibir ningún daño por ello (Dossey, 1986)[ii][xi], conduce a la revalorización y utilización de las concepciones y prácticas que sobre salud y enfermedad poseen las sociedades no occidentales, a considerar la espiritualidad como parte fundamental en el proceso de curación, así como a una novedosa epistemología que subraya la importancia de que “el médico moderno, al igual que el chamán, pueda comenzar a explorar nuevamente su vida interior como parte de su formación, y con el mismo rigor con que aprende anatomía, fisiología y bioquímica” (Dossey, 1989: 141).

En el terreno de la psicología y psiquiatría, una larga experiencia de más de dos décadas en el estudio de estados alterados de conciencia inducidos por drogas como el LSD se recupera en la denominada terapia holotrópica u holonómica, técnica desarrollada en los últimos diez años, que llega a los mismos resultados prescindiendo de sustancias psicotrópicas y utilizando métodos como la respiración controlada, la música evocativa, el trabajo corporal, los dibujos de mándalas y otros enfoques procedentes del chamanismo y de tradiciones no occidentales. El objetivo perseguido en estas técnicas es el de “facilitar la autocuración del paciente, ayudándole a adquirir conciencia y a reintegrar los elementos fragmentados del complejo mente-cuerpo” (Groff, 1989: 223) a través de un viaje mental de muerte y renacimiento que tiene bastante semejanza con los procesos rituales e iniciáticos chamánicos.

Uno de los factores que han propiciado esta conjunción deriva de las experiencias psicodélicas de los años 60, en las que antropólogos y viajeros de todo tipo tomaron contacto con sociedades étnicas de tradición chamánica que emplean usualmente plantas con un alto contenido de alcaloides. Al respecto, en un pionero volumen que recoge experiencias de primera mano a cargo de científicos sociales con diversos grupos y sustancias, Harner (1976: 6) considera que “una de las razones más importantes por las que los antropólogos no dieron la debida importancia a las sustancias alucinógenas en el chamanismo y las experiencias religiosas, es porque muchos de ellos no habían tomado ninguno de los ingredientes indígenas de efectos psíquicos (aparte del peyote), no habían vivido las experiencias subjetivas que producen aquéllas y que tan definitivas son, tal vez paradójicamente, para la comprensión empírica del significado que tienen para los pueblos que estudiaban”. Estas plantas y mezclas, que otros autores prefieren denominar “enteogénos” (Fericgla, 1999)[iii][xii], provocan variadas reacciones y efectos psicomentales, erróneamente agrupados bajo el término “alucinaciones”, que, debidamente codificadas e interpretadas, constituyen buena parte de los imaginarios y de las representaciones con las que el chamán expresa su cosmovisión y conecta con sus espíritus o animales auxiliares (como el caso del jaguar, presente en muchos grupos amazónicos, descrito por Reichel-Dolmatoff, (1978).

Este es seguramente el lado del neochamanismo que más se ha popularizado y que en mucho ha contribuido a crear una imagen desfigurada del chamán o curandero nativo al no tomar en cuenta que sus capacidades y sus funciones están prioritariamente inmersos en una compleja red de relaciones sociales entre los otros sujetos y elementos del grupo al que se adscribe. Algo parecido sucede con la noción de “estado alterado o modificado de conciencia” (o de embriaguez o borrachera divina de la que habla De Felice (1975) desde el que se supone que actúa el chamán, lo que, según nuestra experiencia etnográfica no es siempre así (Porras, 1997)[iv][xiii]. Sin embargo, no faltan algunos estudios más serios y ambiciosos como el ya clásico de Furst (1980) o el experimental, multidisciplinario e innovador de Fericgla (1997) que incluye la aplicación de electroencefalogramas a indígenas shuar para registrar los cambios que a ese nivel suceden bajo el efecto de la ayahuasca, Banisteriopsis Caapi, una de las plantas chamánicas más estudiadas por los antropólogos y también por doctores (Zuluaga, 1999, para el caso del alto Amazonas colombiano).

Uno de los principales factores que también ha contribuido en la aparición del “neochamanismo” ha sido la crisis en la que han entrado los modelos explicativos científicos dominantes, la insuficiencia de las explicaciones clásicas y la búsqueda y aportaciones de las nuevas concepciones que parten de los postulados de la física relativista y de la mecánica cuántica sistematizando en una visión integral los novedosos descubrimientos sobre la constitución, el funcionamiento y las relaciones entre espíritu, mente y materia, etcétera. Estas concepciones son muy semejantes a las que presentan los sistemas chamánicos y sus principales elementos pueden resumirse en los siguientes postulados:

1) Interconexión entre todos los niveles de realidad de modo que lo que le ocurra a un individuo afecta a los demás, desde el nivel físico al espiritual;

2) Lo percibido por los sentidos es una localización de pautas más amplias de energía;

3) Tanto lo que puede ser medido y comprobado como lo imperceptible son aspectos que influyen en la enfermedad;

4) La conciencia se encuentra en todas partes o "todo tiene vida";

5) El universo es sagrado, tiene propósito y significado (Mehl, 1989: 180).

          

Otro de los aspectos constantes y sobresalientes abordados por los defensores del “neochamanismo” se refiere al crecimiento personal y las autotransformaciones que se derivan de la iniciación y la práctica chamánicas. En ese sentido, se pueden establecer correspondencias y similitudes entre los cambios experimentados por la práctica de disciplinas recomendadas por algunas religiones o sistemas de desarrollo personal, como son la oración, el ayuno, el ejercicio, el canto, la meditación, el silencio, la contemplación, etc. y las técnicas empleadas por los chamanes para la obtención y manifestación de sus poderes. Una de las propuestas interesantes se refiere a considerar las narraciones chamánicas, los cantos ceremoniales (muchos de ellos recibidos de los espíritus protectores o guías en los momentos de trance, denominados “ícaros” por varios de los grupos selváticos de Perú y Ecuador) o canciones como historias o relatos de poder (Castaneda, 1976) que pueden servir de guías para elaborar nuestras propias “construcciones verbales conscientes basadas en experiencias numerosas ajenas a la realidad consensual cotidiana, que orienten a los individuos y les ayuden a integrar los aspectos espirituales, míticos o arquetípicos de su experiencia interna y externa, de un modo único, significativo y gratificante” (Kremer, 1989: 262). El antiguo tema del poder de la palabra y su uso ritual se encuentra completamente vivo y actuando tanto en los mitos que conforman el chamanismo como en los del neochamanismo, haciendo palpable lo de que, en definitiva, “somos sílabas” (Calasso, 1999)[v][xiv].

Pensamos que lo riesgoso de un movimiento como el neochamánico se encuentra en la laxa utilización de un mismo término para referirse a fenómenos, circunstancias y enfoques muy diferentes entre sí que, en todo caso, tienen en común el ser exóticos o poco usuales para la cultura occidental dominante. Con ello se pierde significación a la vez que se desvirtúan y se descontextualizan el conjunto de prácticas y concepciones que, bajo el nombre de chamanismo, forman parte constitutiva y explicativa de muchas culturas étnicas distribuidas a lo largo del planeta, son exclusividad de tales grupos y fundamentan su identidad y su derecho a existir diferenciadamente. Posiblemente, lo positivo de ese neologismo sea la ya mencionada apertura del diálogo entre los aspectos más espirituales y profundos de las distintas culturas humanas y el reconocimiento de los valores y aportaciones de los grupos minoritarios comúnmente marginados y considerados inferiores, “pre-históricos”, “pre-lógicos”, “pre-científicos”, etcétera (Lévy-Bruhl, 1985)[vi][xv]. En todo caso, esas inquietudes debieran de servir para avanzar en el conocimiento de las distintas etnias y potenciar un acercamiento a las mismas con nuevos y audaces enfoques, metodologías y actitudes de respeto y revalorización que permitan su reproducción y sobrevivencia.